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Un pueblo que no cuida, que no respeta a los abuelos, no tiene futuro, porque no tiene memoria, ha perdido la memoria. Son el tesoro de nuestra sociedad. Pidamos hoy la gracia… de cuidar, escuchar y venerar a nuestros antepasados, nuestros abuelos". Papa Francisco
La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 66/127, designa el 15 de junio como el “Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez”.
Es el día del año cuando todo el mundo toma conciencia de la vejez y expresa su oposición a los abusos y los sufrimientos infligidos a algunas de nuestras generaciones mayores.
La población mundial está envejeciendo: la mayoría de los países del mundo están experimentando un aumento en el número y la proporción de las personas mayores.
La población puede convertirse en la transformación social más significativas del siglo XXI, con consecuencias irreversibles, entre ellos, el mercado laboral y financiero y la demanda de bienes y servicios; viviendas, transportes, protección social, así como en la estructura familiar y los lazos intergeneracionales.
Pero además a las personas mayores se las percibe cada vez más, como elementos que contribuyen al desarrollo; se considera que sus habilidades para mejorarse a sí mismas y a la sociedad se deberían integrar en las políticas y en los programas a todos los niveles. En las próximas décadas, muchos países estarán sometidos a presiones fiscales y políticas, debido a las necesidades de asistencia sanitaria, pensiones y protecciones sociales de este grupo de población en aumento.
FACTORES DEMOGRÁFICOS DEL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN
La composición por edades de la población se determinan en tres procesos demográficos: la fertilidad, la mortalidad y la migración.
Se ha experimentado desde 1950, un aumento considerable de la vida de personas mayores. La mejora en la supervivencia de las personas mayores que explica la longevidad.
La reducción de la fertilidad y el incremento de la longevidad, son factores clave del envejecimiento mundial de la población; y el fenómeno de la migración internacional también contribuye al cambio de las estructuras de la edad en varios países y regiones. En los países con grandes flujos migratorios, los jóvenes, pueden retrasar el proceso de envejecimiento, ya que están en edad de trabajar.
ASAMBLEA MUNDIAL SOBRE EL ENVEJECIMIENTO
La Asamblea General de la ONU, siguió convocando a tratar sobre el tema, con el fin de abordar estas cuestiones y elaboró un informe con 62 puntos, conocido como el “Plan de Acción Internacional de Viena”. Se hizo un llamado para llevar a cabo acciones en temas de salud, nutrición, protección, vivienda para los mayores, en el l medio ambiente, la familia, el bienestar social, la seguridad de ingresos y empleos, educación, y un análisis de datos de investigaciones.
Adoptó en 1991, Principios en favor de las Personas de Edad, con 18 derechos relativos a la independencia, la participación social, la atención, la realización personal y su dignidad. En un Plan de Acción, siguiendo las recomendaciones de la Asamblea General de la ONU.
En 1999, se proclamó “Año Internacional de las Personas de Edad” que se celebra el 1 de octubre de cada año. El objetivo es concientizar una política internacional sobre el envejecimiento con un cambio de actitud, en políticas y prácticas a todos los niveles para aprovechar el enorme potencial de las personas mayores en el siglo XXI. Dando prioridad a las personas mayores en la promoción de la salud y el bienestar, la protección de un entorno propicio y de apoyo para estas personas.
LA MISIÓN DE LA IGLESIA Y LA DIGNIDAD DEL ANCIANO EN EL MUNDO
La Santa Sede, aprecia el intento de establecer una organización social inspirada en la solidaridad, en la que las distintas generaciones, que unidas, den su propio aporte, y colaborar en el Año internacional de los ancianos, haciendo escuchar la voz de la Iglesia, tanto desde la reflexión como en la acción. Insiste en el respeto a la dignidad y los derechos fundamentales de la personas ancianas, con la convicción de que los ancianos tienen aún mucho que dar a la vida social, desea que se afronte la cuestión, con un gran sentido de responsabilidad por parte de las familias, asociaciones, gobiernos y organismos internacionales, según las competencias y deberes de cada cual y de acuerdo con el principio, tan importante, de la solidaridad, el reconocimiento y la subsidiariedad.
La preocupación y el compromiso de la Iglesia en favor de los ancianos es su misión; la atención pastoral en el transcurso del tiempo y en las circunstancias más variadas. Está puesto a disposición de las Conferencias episcopales, los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, movimientos y asociaciones, jóvenes y adultos, y de los mismos ancianos, el Pontificio Consejo para los Laicos —designado como « punto focal » de la coordinación de las actividades de la Santa Sede para el Año Internacional de los Ancianos confía en que sirva de estímulo para la reflexión y el compromiso de todos y cada uno.
VALORAR EL SENTIDO DE LA VEJEZ
Está muy difundida, hoy, la imagen de la tercera edad, en la que se da por descontada la insuficiencia humana y social. Los ancianos no son un grupo humano homogéneo y viven de modos muy diferentes. Es un período de la vida que presenta nuevas oportunidades de desarrollo y empeño. Se insiste, ante el pasar de los años, no asumir actitudes que van desde la resignación pasiva hasta la rebelión y el rechazo que, se encierran en sí mismas, al margen de la vida, sin duda es el principio del proceso de la degradación física y mental.
Las facetas de la tercera y de la cuarta edad, son tantas cuantas las personas que preparan su vejez durante toda su vida. Es necesario, situar la vejez en el marco de un designio preciso de Dios que es el amor, viviéndolo como una etapa del camino por el cual Cristo nos lleva a la casa del Padre (cf. Jn 14, 2). Sólo a la luz de la fe y firmes en la esperanza que no engaña (cf. Rom 5, 5), seremos capaces de vivirla como don y como tarea, de manera verdaderamente cristiana. Ese es el secreto de la juventud espiritual, que se puede cultivarse al paso de los años.
San Juan Pablo II afirmaba: « La vida es un don de Dios a los hombres, creados por amor a su imagen y semejanza. Esta comprensión de la dignidad sagrada de la persona humana lleva a valorizar todas las etapas de la vida. Es una cuestión de coherencia y de justicia. Es imposible, en efecto, valorizar verdaderamente la vida de un anciano, si no se da valor, verdaderamente, a la vida de un niño desde el momento de su concepción. Nadie sabe hasta dónde se podría llegar, si no se respetara la vida como un bien inalienable y sagrado ».
EL ANCIANO EN LA BIBLIA
Para entender profundamente el sentido y el valor de la vejez, es preciso abrir la Biblia. Sólo la luz de la Palabra de Dios, en verdad, se nos da la capacidad de sondear la plena dimensión espiritual, moral y teológica de esa época de la vida. De la tercera y cuarta edad, sugerimos algunos puntos de referencia desde lo bíblico, para esta sociedad contemporánea.
Respetar al anciano (Lv 19, 32) La consideración por el anciano, en la Escritura se transforma en ley: «Ponte en pie ante las canas, [...] y honra a tu Dios». «Honra a tu padre y a tu madre» (Dt 5, 16). Una exhortación en favor de los padres, especialmente en la edad senil, se encuentra en el tercer capítulo del Eclesiástico (vv. 1-16), que termina con una afirmación muy grave: «Quien desampara a su padre es un blasfemo, un maldito del Señor quien maltrata a su madre». Es preciso, educar, para detener la tendencia, a ignorar a los ancianos y a marginalizarlos, « educando » así a las nuevas generaciones. Los Jóvenes, adultos y ancianos tienen necesidad los unos de los otros.
En la vejez seguirán dando fruto (Sal 92 [91], 15) La potencia de Dios se puede revelar en la edad senil, incluso cuando ésta se ve marcada por límites y dificultades. «Dios ha escogido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes; ha escogido lo vil, lo despreciable, lo que no es nada a los ojos del mundo para anular a quienes creen que son algo. De este modo, nadie puede presumir delante de Dios» (1 Cor 1, 27-28). El designio de salvación de Dios se cumple también en la fragilidad de los cuerpos ya no jóvenes, son débiles, estériles e impotentes.
LOS PROBLEMAS DE LOS ANCIANOS SON PROBLEMAS DE TODOS
Los problemas que experimentan los ancianos, atenta contra la dignidad de la persona. Las responsabilidades de las familias, instituciones; las deficiencias sociales; la pobreza, o la reducción de los ingresos y recursos económicos que pueden garantizar una vida decorosa y la posibilidad de gozar de atenciones adecuadas, son factores que colocan a los ancianos al margen de la comunidad. Es tarea de la sociedad, y de distintos organismos, garantizar una efectiva tutela, de esta población que vive en estado de emergencia.
- Darles una asistencia a los enfermos ancianos, no autosuficientes; los que no tienen familia, se recurre a la asistencia institucionalizada. La sociedad debe ser consciente de sus deberes con estas generaciones, que han contribuido a edificar el presente. Crear instituciones y servicios apropiados. Darles un papel activo; acceso a las nuevas tecnologías, trabajos sociales y apertura al voluntariado. - Darle posibilidad a los ancianos de ejercer influencia en las políticas relacionadas con su vida, con la sociedad. Juan Pablo II, decía «deben ser reconocidas por los responsables de la sociedad como expresión legítima de la voz de los ancianos, y sobre todo de los ancianos más desheredados»
LA IGLESIA Y LOS ANCIANOS
La Iglesia de hecho, está llamada a compartir el proyecto de amor de Dios en una relación de intercambio mutuo de los dones que cada cual posee por la gracia del Espíritu Santo. Un intercambio en y con los ancianos para que transmitan valores religiosos, morales y el patrimonio espiritual para la vida de las comunidades cristianas, de las familias y del mundo. Se debe revalorar en las comunidades eclesiales y en las familias. Es deber de la Iglesia con los ancianos, despertar una viva conciencia que ellos también, pueden ejercer y transmitir una tarea pastoral y la necesidad de formar sacerdotes, operadores y voluntarios entre jóvenes, adultos y los mismos ancianos en el orden humano, social, cultural y espiritual.
Mucho más podríamos decir; para terminar recordemos esta reflexión de nuestro Papa Francisco haciendo referencia a la Carta a los Hebreos (13, 7): “Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios;…La memoria de nuestros antepasados nos conduce a la imitación de la fe… la sabiduría que tienen nuestros abuelos es la herencia que debemos recibir. Un pueblo que no custodia a los abuelos, que no respeta a los abuelos no tiene futuro porque ha perdido la memoria». (Santa Marta 19 de noviembre de 2013). (-Por Gloria Batalla-)