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Desde hace mucho tiempo se sabe que los desequilibrios en la composición de los microbios del intestino se relacionan con diversos trastornos humanos crónicos que van desde la obesidad, la diabetes, y las enfermedades inflamatorias del intestino hasta la depresión, la esquizofrenia, el autismo y el Parkinson. Además, se sabe que una dieta poco saludable y el uso de algunos medicamentos, por ejemplo, los neutralizadores del ácido estomacal, los llamados inhibidores de la bomba de protones, se asocian con una mayor alteración de las comunidades microbianas del intestino.
Ahora, en un nuevo artículo en la revista científica Nature, unos investigadores de MetaCardis han explorado las bacterias intestinales de casi 900 individuos de Dinamarca, Francia y Alemania.
Anteriormente se había demostrado que la microbiota intestinal de los individuos obesos difería de la de los sujetos delgados con una escasa diversidad bacteriana, un relativo agotamiento de las bacterias promotoras de la salud y el resto de las bacterias dominadas por un tono inflamatorio.
En su artículo de Nature, los investigadores definen ahora un grupo de bacterias llamado enterótipo Bact2, que se encuentra en el 4% de las personas delgadas y con sobrepeso pero en el 18% de los individuos obesos que no usaron fármacos de estatinas, un grupo de medicamentos para bajar el colesterol.
Sin embargo, en otros participantes obesos del estudio que fueron tratados con estatinas, la prevalencia del enterótipo Bact2 fue significativamente menor (6%) que en sus homólogos no tratados (18%), comparable a los niveles observados en los participantes no obesos (4%). La misma tendencia se validó en una muestra de un estudio flamenco de unos 2.000 participantes.
Las estatinas se prescriben comúnmente para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio y los accidentes cerebrovasculares. Se estima que más de 200 millones de personas en todo el mundo reciben prescripciones de estatinas. Además de sus efectos reductores del colesterol, las estatinas también tienden a apaciguar los niveles de inflamación sistémica de los pacientes, lo que en parte puede estar relacionado con una microbiota intestinal alterada.
Los resultados sugieren que las estatinas podrían modular la microbiota intestinal alterada y la inflamación relacionada con la obesidad. Experimentos anteriores en roedores han demostrado el impacto de las estatinas en el crecimiento bacteriano, lo que podría beneficiar a las bacterias no inflamatorias y subraya los efectos antiinflamatorios de la terapia con estatinas. Obviamente, se necesitan ensayos clínicos controlados en humanos para determinar si las estatinas median algunos de sus efectos antiinflamatorios a través de una mejora del enterótipo Bact2 de una microbiota intestinal aberrante. (NCyT)