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Uno de los objetivos de estos últimos sería la búsqueda de señales de vida marciana. Aunque los resultados no aportaron pruebas de dicha existencia, no todo el mundo estuvo de acuerdo con esta conclusión.
Las sondas Viking llegaron a su destino en 1976 y lograron el primer aterrizaje controlado sobre nuestro planeta vecino. Posadas en tierra, tomarían fotografías, analizarían la atmósfera y el propio suelo. Uno de sus principales experimentos estaría dedicado, además, a la detección de procesos químicos relacionados con la vida. De hecho, Marte había sido considerado desde hacía mucho tiempo como un lugar con una alta probabilidad de contener algún tipo de vida. Las misiones previas a las Viking, sin embargo, revelaron un planeta árido, con cráteres y distinto a lo imaginado. En caso de existir vida, esta tendría que ser, como mucho, de tipo microbiano, y las dos Viking fueron diseñadas para intentar localizarla. Partieron hacia Marte el 20 de agosto y el 9 de septiembre de 1975, respectivamente.
En general, la misión se desarrolló con gran éxito. En cuanto al experimento astrobiológico, estaba en realidad compuesto por tres experimentos distintos, algo así como laboratorios miniaturizados que analizaron muestras de la superficie desde distintos puntos de vista. Por desgracia, los resultados resultaron ser ambiguos. Uno de los experimentos detectó lo que entonces podría considerarse como actividad metabólica, sin que ello fuera confirmado por otro. La decisión final fue asignar dicha actividad a procesos químicos de oxidación naturales o desconocidos.
Durante los siguientes 25 años, se instaló la impresión de que Marte es un mundo muerto, sin vida, aunque podría haberla tenido tiempo atrás. Sin embargo, algunos científicos continuaron estudiando los resultados de los experimentos de las Viking y no aceptaron las conclusiones iniciales. Unos investigadores empezaron a afirmar que uno de los experimentos, el denominado Labeled Release (LR) sí detectó signos de vida simple, una conclusión lógica cuando se ha demostrado posteriormente que aún hay agua en Marte.
Los biólogos partían de la afirmación de que sin moléculas orgánicas no puede haber vida. Cuando el experimento LR detectó actividad (un sistema depositó nutrientes sobre muestras del suelo), otro llamado GCMS intentó detectar dichas moléculas orgánicas, sin éxito. Entonces se consideró que la actividad era simplemente química y no de origen biológico.
Ahora bien, antes del lanzamiento de la misión, se probó el experimento LR en la Antártida, y donde este detectó actividad biológica real en dicha región, el GCMS fue incapaz de encontrar moléculas orgánicas en la misma muestra. Por tanto, el GCMS debería adoptarse como herramienta para confirmar, no para refutar, debido a su limitada sensibilidad.
Es por eso que científicos como Gilbert Levin, quien participó en el diseño del LR, afirmaron que su equipo sí había detectado vida marciana. Y de hecho, los investigadores no han encontrado reacciones químicas naturales en Marte que puedan explicar lo que el LR descubrió.
Por su parte, el tercer experimento astrobiológico de las Viking, el PR, sí encontró rastros de materia orgánica durante su análisis, pero en una muestra distinta, de modo que no fue posible ser categórico en la afirmación de la existencia de vida en Marte. Es decir, dos experimentos dieron una señal positiva y uno no.
Otra pista es que los datos extraídos del experimento LR delatan una actividad oscilante, coincidiendo con el período de un día marciano. Es como si respondieran a un ritmo circadiano de los hipotéticos organismos, como nuestra actividad varía a lo largo del día terrestre.
Otras misiones han volado hacia Marte en años posteriores. Algunas han confirmado la existencia de agua en el planeta. Otras han detectado metano cíclico en la atmósfera, una sustancia habitualmente de origen biológico, aunque no siempre.
El próximo robot de la NASA, el Perseverance, sucesor del Curiosity, estará de nuevo especialmente equipado para buscar rastros de actividad biológica. Será lanzado hacia Marte en verano. Además, preparará muestras que podrían ser enviadas la Tierra en años venideros.
La duda que dejaron las Viking, con su tecnología aún primitiva, podría despejarse muy pronto. Si el resultado es positivo, se reivindicaría la labor descubridora realizada hace casi medio siglo por estas sondas marcianas. (NCyT)